miércoles, 30 de octubre de 2019

Y si hablamos de Rosácea...

En diversas oportunidades, cuando asistimos a la consulta con el dermatólogo por molestias en la piel del rostro, específicamente en el área de las mejillas, y nos diagnostican con “rosácea”, siempre nos preguntamos el por qué del nombre de tan frecuente afección cutánea.



La rosácea, puede afectar a cualquier persona, pero se observa con mayor frecuencia en pacientes femeninas, de mediana edad, con tez clara. Enrojecimiento en las mejillas, prurito e incluso bultos pequeños y rojos con pus, son algunos de los síntomas de esta dolencia, que aparecen y desaparecen con cierta frecuencia y, en algunas oportunidades, suele ser confundida con acné.
Es un misterio el patrón genético de esta enfermedad, aunque las investigaciones han arrojado que, en algunos casos, el tener familiares que la padezcan incrementa el riesgo de sufrir de la misma. 

Lo mismo sucede con el acné. Algunos estudios infieren que podría existir algún tipo de relación entre esta dolencia y la rosácea.

De igual manera, factores como infección cutánea, alteraciones del sistema inmunológico, fuerte exposición a la luz solar e incremento del flujo sanguíneo, pueden ser responsables de la aparición de la temible rosácea

De acuerdo con características propias y bien definidas, los especialistas, han identificado diversos tipos de Rosácea:




  • Eritematosa-telangiectásica: Presenta enrojecimiento en la nariz, mejillas y centro del rostro. Inflamación, ardor y sensibilidad al tacto acompañan a las manifestaciones antes indicadas. De igual manera son evidentes pequeños vasos sanguíneos dilatados, en forma de arañas vasculares.
  • Pápulo-pustulosa: Se visualiza enrojecimiento en la parte central del rostro. Se identifican pústulas o brotes que suelen ser confundidos con el acné. De igual manera, la piel está muy sensible, aunque con menor inflamación y ardor. La piel ofrece una apariencia grasa.
  • Fimatosa: Se denomina de esa manera ya que se evidencia engrosamiento de la piel, como consecuencia de una inflamación recurrente y que permanece con el tiempo. Se presenta en todas aquellas personas que sufren algún tipo de rosácea, y la mayoría de los casos son en personas del sexo masculino. Los poros se ven muy dilatados, presencia de arañas vasculares, piel grasa. La piel es muy rugosa al tacto y se palpan bultos internos. Nariz (rinofima), orejas (otofima), frente (metofima), barbillas (gnatofima) y párpados (blefarofima), son los lugares donde suele observars.
  • Ocular: Más común de lo que pensamos, es la afectación de la rosácea en los ojos. Estos se presentan con abundante profusión de lágrimas, irritación y enrojecimiento. Por lo general, la mayoría de los casos se presentan en pacientes jóvenes. El borde de los párpados se afecta con mayor frecuencia. La sensación de tener arenilla en el ojo, poca resistencia a la luz intensa y visión borrosa, son algunos de los síntomas que reportaron los pacientes diagnosticados con este tipo de rosácea. En algunos casos, se complica con alteraciones de la parte anterior del ojo: queratitis, la conjuntivitis y la uveítis.
  • Fulminante: Suele aparecer, de manera intempestiva en pacientes jóvenes, del sexo femenino, evidenciándose mucha inflamación, pústulas y nódulos internos. Se extiende por toda la cara y deja cicatrices permanentes. Es muy poca la diferencia entre este tipo de rosácea y el acné.

En todos los casos antes citados, lo que cobra mayor importancia es una visita a tiempo al especialista, un diagnóstico acertado y el tratamiento adecuado.



¿Cómo tratarla?
Controlar las señales y los síntomas es la clave. Una buena combinación de cuidados de la piel y tratamientos recetados, podría ayudar muchísimo a minimizar las consecuencias que, para la piel, lleva consigo esta enfermedad.
Los procedimientos se llevarán a cabo de acuerdo con las características y manifestaciones que presente la Rosácea en cada paciente. Todos somos diferentes y por ende los procesos tendentes a tratar esta afectación cutánea, también lo serán.
Los tratamientos por lo general incluyen:

Medicamentos para disminuir el enrojecimiento de la piel: Brimonidina, se aplica en la piel en forma de gel, y se ha demostrado su eficacia como vaso constrictor. También se emplean el ácido azelaico y el metronidazol

Antibióticos Orales: Ayudan a reducir las baterías y a desinflamar el área afectada. Doxiclina, tetraciclina y minociclina, entre otros, son los más recomendados, aunque no se ha demostrado su eficacia de un todo. 

Isotretinoína: Si la rosácea es muy grave, algunos especialistas recomiendan el empleo de este medicamento, el cual se usa para tratar casos de acné muy fuertes. Ayuda a que las lesiones en la piel se minimicen o desaparezcan.

Ivermectina: También con efectos antiinflamatorios, se ha descubierto su acción en contra de los ácaros que pudiesen estar habitando en las lesiones de rosácea. La ivermectina, de aplicación tópica, es un medicamento de primera línea para el tratamiento de la rosácea.


Tratamientos Alternativos: Se ha comprobado que la terapia láser puede reducir el enrojecimiento causado por el ensanchamiento de los vasos sanguíneos el más recomednado es el láser de colorante pulsado seguido del láser Nd:YAG 1064 nm ambos con muy benos resultados. También existen otras soluciones para tratar los vasos sanguíneos visibles y los cambios por rinofima, tales como la dermoabrasión, la electrocirugía y una nueva herramienta es la terapia fotodinámica. 


  • Conoce qué desencadena un “ataque de rosácea”: Debes estar consciente que situación o condición te provoque exacerbaciones, para así evitar exponerte. Entre ellas están:  
  • Ingesta de bebidas calientes y comidas picantes o alcohol
  • Temperaturas extremas, exposición a luz solar o viento
  • Emociones
  • Ejercicio
  • Cosméticos
  • Fármacos vasodilatantes, entre ellos algunos medicamentos para la presión arterial


  • Protege tu rostroDiariamente debes aplicar protector solar con EFS de 30 como mínimo. Evita exponerte al sol o a climas muy helados. Usa sombreros, bufandas o pasamontañas, de acuerdo a la época del año.
  • Cuida tu piel: Evita tocarte la cara constantemente y, en caso que lo hagas, tus manos deben estar muy limpias. Usa siempre un limpiador de maquillaje sin jabón y crema humectante. Descarta el empleo de productos para el rostro que contengan alcohol u otro tipo de sustancias que puedan causar irritación en tu piel.
Si sufres de Rosácea, puedes minimizar sus efectos:
Estas recomendaciones, quizá pueden contribuir en tu tratamiento contra la Rosácea
Y siempre, consulta a un especialista. En Unimel sabemos cómo tratar tu piel y cómo ayudarte a mejorar el aspecto de la misma.

Dra. Zulay Rivera / Unimel

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lunes, 21 de octubre de 2019

Cuando tu piel es el reflejo de lo que comes…


Piel seca, agrietada, ojeras, manchas… Aunque no lo creas, tu piel podría estar sufriendo de mala alimentación.

Si no llevamos una dieta saludable, equilibrada, contentiva de todos los nutrientes que tu organismo requiere, nuestra salud se resiente. La piel, no escapa de esa realidad ya que, como parte fundamental de tu cuerpo, también necesita todos los elementos necesarios que la mantengan en muy buen estado. 


Eres, lo que comes. Si no llevamos una vida saludable, ello se ve reflejado inmediatamente en nuestra piel.

Un gran número de las personas creen que las enfermedades de la piel se producen por alergias, exposición al sol o infecciones por contagio. Sin embargo, una de las principales causas, es una alimentación deficiente.

En el preciso momento en el cual consumimos alimentos poco saludables, el cuerpo comienza a dar señales evidentes de que algo está andando nada bien. Nuestros órganos detoxificantes (riñón, hígado e intestinos) sobrepasan su límite y están repletos de toxinas imposibles de eliminar.

Vitaminas para la vida:


Sin duda alguna, las vitaminas A, B y C son necesarias para el desarrollo y mantenimiento de la piel. También minerales como el calcio, el selenio y el zinc. Las proteínas y el betacaroteno suelen encontrarse en algunas hortalizas.

Aunque lo recomendable es seguir una dieta variada, hay una serie de vitaminas que debemos tener más en cuenta. Entre ellas:
  • Vitaminas del complejo B: intervienen en el buen estado de la piel y en los procesos de renovación celular. Las encontramos en la mayoría de alimentos de origen vegetal: las verduras, las frutas frescas, los frutos secos, las legumbres, y en los de origen animal: la carne magra, el pescado y el marisco, los huevos y los lácteos.
  • Vitamina A: es la que más contribuye a mantener la piel sana. Favorece el desarrollo de pigmentos en la piel y a regular su queratinización. Está presente en la auyama (calabaza), la mandarina, el tomate.
  • Vitamina C: Activa las defensas de la piel, e interviene en la síntesis del colágeno, la proteína que constituye el tejido cutáneo. Las frutas cítricas son excelentes fuentes de vitamina C.
  • Vitamina E: Vitamina antioxidante por excelencia. Protege y ayuda a mejorar el tejido celular, tiene cualidades antiedad y ayuda a mejorar la circulación sanguínea. Se encuentra, principalmente, en aceites vegetales.
  • Minerales: Destaca el selenio, mineral con acción antioxidante, el cual previene o minimiza el riesgo de aparición de ciertos tumores, entre ellos los de piel. La carne, el pescado, frutas y verduras, son fuentes ricas en selenio.
  • Betacaroteno: Presente en las zanahoria, se transforma en Vitamina A al ser ingerido. Es un potente antioxidante y anticancerígeno. Previene la aparición de muchas enfermedades e infecciones. También hace que nuestra piel luzca brillante y radiante.
  • Zinc: Produce en la piel una especie de película protectora que nos protege de los daños de los rayos solares. En verano conviene consumir más alimentos que contengan zinc. Previene el acné, evita el pie de atleta, ayuda a minimizar la resequedad en el rostro. Puede ser encontrado en germen de trigo, hígado de ternera, semillas de girasol, cereales, leche y harina de soya, entre otros.
Por el contrario, muchos alimentos envasados, que contienen conservantes y colorantes, son responsables de algunas dolencias tales como eczemas, granos y resequedad.


Un régimen alimenticio basado en vegetales variados es la mejor manera de evitar problemas en la piel. Exceso de lácteos, azúcares, alcohol y gluten, pueden ser poco o nada beneficiosas para este órgano. Sin embargo, todas las personas somos diferentes y, por lo tanto, nuestra piel reacciona de manera distinta ante la ingesta de ciertos alimentos.

Es allí cuando cobra mayor importancia el estar atento a las señales que manifiesta y que, en diversas ocasiones, pueden ser originadas por no llevar una dieta balanceada. Ante cualquier duda, acuda al especialista. Él sabrá, sin duda alguna, como tratar las afecciones de su piel relacionadas con desórdenes alimenticios.

Dra. Ingrid Rivera / Unimel 

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Enfermedades de la piel asociadas al cáncer de mama: Metástasis cutáneas


Uno de los tumores malignos más frecuentes en las mujeres, es el cáncer de mamas.
Además está directamente relacionado con las llamadas Metástasis Cutáneas (MC). Estas son el resultado de la infiltración de la piel por proliferaciones de células que provienen de tumores malignos situados a distancia.

No obstante las MC pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo en un individuo que tenga un tumor cancerígeno, es también cierto que la mayor incidencia de las mismas se presenta en pacientes con cáncer de mama hasta en un 23%.


Aunque son diversas las manifestaciones cutáneas, la que se evidencia con mayor frecuencia es el llamado infiltrado eritematoso papulonodular único o múltiple, que se localiza, por lo general, en la piel o próxima al área del tumor principal. En el caso de las mujeres, las MC tienden a visualizarse más frecuentemente en la región torácica, mientras que en los hombres es más común la aparición de MC en la cabeza y el cuello.

Las MC pueden constituirse en el signo inicial de un cáncer (generalmente avanzado), o bien un síntoma de reaparición de éste. De ahí la importancia de conocer las diversas formas clínicas de presentación, para establecer un correcto diagnóstico y tratamiento.

Se han identificado varias de ellas, a saber:

  • Carcinoma nodular metastásico: Se identifican nódulos superficiales o subcutáneos, únicos o múltiples, de un color rosado a rojo, firmes, raramente ulcerados, localizados principalmente en el tórax, aunque también en rostro, cuello, extremidades superiores e inferiores. 
  • Carcinoma metastásico telangiectásico: Se detecta la aparición de nódulos, pápulas o placas purpúricas localizadas en la pared torácica, por lo general, asociados a una cicatriz posquirúrgica.
  • Carcinoma metastásico inflamatorio o erisipeloide: Sus lesiones son similares a la eripisela. Se observa una placa eritematosa, con un borde activo periférico, generalmente afectando a la mama y piel circundante.
  • Carcinoma metastásico en coraza: Se observa una placa lisa eritematosa violácea, firme, esclerodermiforme con presencia de pápulas y nódulos en forma aislada.
  • Alopecia metastásica: Se visualizan áreas circulares de alopecia. Son placas bien delimitadas, no se siente dolor y no son pruriginosas. 
  • Metástasis zosteriformes: Simulan un herpes zoster. Se presentan como papulovesículas, nódulos, o vesiculoampollas que se distribuyen a lo largo de dermatomas.


Aunque las MC son, en general, un fenómeno poco frecuente, aparecen con mayor regularidad en pacientes con cáncer de mama, donde alcanzan su mayor incidencia. La presencia de estas afecciones es un signo inequívoco de que el tumor ha alcanzado un mayor grado de malignidad y comienza a diseminarse por todo el cuerpo. 

El conocer las distintas manifestaciones cutáneas de la metástasis puede ser de gran ayuda para iniciar, a la brevedad posible, un tratamiento tendente a tratar de erradicar o minimizar el avance de la enfermedad. 

Dra. Zulay Rivera/ Unimel

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