Por medio de
los lípidos epidérmicos, las células de la capa córnea se unen entre sí, estos
lípidos son esenciales para la salud de la piel: crean su barrera protectora y
fijan la humedad. Cada vez que hay ausencia de lípidos, la piel puede llegar a
estar seca y puede percibirse tirante y áspera. Un equilibrio adecuado entre
lípidos epidérmicos e hidratación, caracterizan a una piel sana.
Nuestra epidermis
está cubierta por una emulsión de agua y lípidos (grasas) conocida como
película hidrolipídica. Esta se mantiene por las secreciones de las glándulas
sudoríparas y sebáceas, contribuyendo de esta manera a mantener la piel
flexible, a la vez que se constituye en una barrera adicional frente a
bacterias y hongos.
Dependerá de
la retención de humedad proporcionada por las capas externas de la epidermis,
el sostenimiento de una piel sana. Además que la piel es el órgano más grande y
visible que el exterior de nuestro organismo, es también un conjunto de células
y estructuras que tienen bajo su responsabilidad la protección frente al medio
externo.
En resumen,
la piel es una barrera selectiva de entrada y salida de sustancias. La película
hidrolipídica, constituida por agua, úrea, queratitina y grasa, evita la
entrada de virus, hongos y bacterias, mantienen compactada la estructura
celular para que la piel se mantenga hidratada, firme y sana. Al rellenar el
espacio intercelular, retienen el agua en la piel ayudando a la función barrera
y evitando así la deshidratación.
A partir de
los 30 años, la piel se hace más vulnerable a factores externos, ya que produce
menos lípidos. Es el momento en que comenzamos a darnos cuenta que nuestra
piel, en algunos casos, está algo reseca, áspera e, incluso, puede llegar a
agrietarse. La falta de ácidos grasos esenciales tiene consecuencias directas: pérdida
de hidratación, descamación, tendencia al eczema, inflamación y prurito, entre
otras afecciones
Cada día más
personas necesitan tratamientos relipidizantes y reguladores de la hidratación
de la piel. Factores como el estrés, el ritmo de vida, la mala alimentación, los
agentes ambientales (frío, viento, sol, etc.), terminan afectando a nuestra
piel. El tratamiento ideal debe contener sustancias que mejoren y reparen la
función barrera, al igual que suplementen la falta de lípidos naturales
epidérmicos. Debe proteger fundamentalmente al estrato córneo.
Las
ceramidas, el colesterol y los ácidos grasos poliinsaturados (omega 3 y omega
6), constituyen los lípidos necesarios para realizar una eficaz función
barrera, reestructurar la membrana celular y disminuir la pérdida de líquidos.
De igual manera, cuando estos líquidos se cohesionan de manera regular entre
los queratinocitos, las sustancias potencialmente dañinas que tocan la piel no
pueden traspasar la barrera cutánea.
En Unimel,
nuestros profesionales en dermatología le asesorarán acerca de cuáles son los
mejores tratamientos para proteger su piel de factores externos que puedan
alterar la funcionabilidad del estrato córneo; así como mantener el equilibrio
entre los lípidos naturales epidérmicos para sostener la función barrera.
Dra. Zulay Rivera
Unimel
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